El Covid-19 y su impacto positivo en el ambiente
El pasado 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró como pandemia a la enfermedad propagada a causa del Coronavirus (Covid-19). Esta fue razón suficiente para que, con alguno u otro rigor, gobiernos de todas las jerarquías, tomaran medidas entorno a la prevención del contagio, evitando de esta forma el incremento en los indicadores de morbilidad para sus territorios.
Desde entonces, en Colombia hemos experimentado un freno dramático en su ritmo normal de desenvolvimiento social, económico y político debido al confinamiento preventivo obligatorio descrito en el Decreto 457 de marzo del 2020. El cual desde el 25 de marzo dictó medidas que minimizarían la velocidad de contagio del Covid-19.
En paralelo, mientras los bogotanos nos resguardamos en los hogares, los impactos negativos generados al ambiente fueron disminuyendo de una forma igual de dramática. El mejoramiento del paisaje sonoro de la ciudad se vió reflejado en los datos arrojados por la Red de Monitoreo de Ruido Ambiental del Distrito que ha establecido una disminución de 5 y 10 decibles (dB) en horarios diurnos, mientras que en el periodo nocturno la reducción ha llegado a estar entre los 10 y 15 dB.
Imagen No 1. Tingua Azul. Fuente: Secretaria Distrital de Ambiente, 2020.
La disminución de este impacto favoreció un escenario propicio para el avistamiento de fauna silvestre en la ciudad, principalmente beneficiando el de aves tanto endémicas como migratorias al igual que las dinámicas de las abejas polinizadoras que inciden de forma positiva en el crecimiento de la flora en la capital.
Imagen 2. Red de Monitorio de Calidad del Aire. Fuente: Secretaria Distrital de Ambiente, 2020.
Otra buena noticia asociada al ambiente en Bogotá hace referencia a la calidad del aire, la cual ha mejorado significativamente en comparación a los datos captados el 5 de marzo, día en el que se declaró la alerta amarilla ambiental en la Ciudad (calidad regular de aire de acuerdo al indicador IBOCA), la Red de Monitoreo de Calidad del Aire registró una concentración de material particulado 2,5 de 32,4μg/m3, mientras que la estación Carvajal-Sevillana, correspondiente a la zona más crítica de la ciudad registró un nivel de 50μg/m3 (calidad peligrosa de aire, alerta violeta). Luego de las dinámicas de confinamiento, el 3 de abril la Alcaldía Distrital levantó la alerta luego de contrastar que los niveles de material particulado bajaron de manera sostenida, hasta llegar a niveles de 11,5μg/m3.
Ello continúo favoreciendo la aparición de otras especies animales como la tingua bogotana, el cucarachero de pantano, especies de ranas, culebras sabaneras, zarigüeyas y hasta murciélagos, que son parte importante de la fauna que habita en la estructura ecológica principal de la ciudad.
Hace unas semanas en redes sociales, un ciudadano registro en video la presencia de un zorro caminando en un conjunto residencial ubicado en los cerros orientales al norte de la ciudad (barrio Santa Ana), reforzando aún más la idea de que a los animales les genera tranquilidad o confianza la ausencia de los seres humanos.
Imagen No 3. Zorro cangrejeros o perrunos. Fuente: Semana sostenible, 2020.
También es interesante analizar cómo el parque automotor, mayormente responsable por los dos impactos anteriormente mencionados al ser un obstáculo para las interacciones ecológicas que nos ofrecen las demás especies en nuestro territorio, tiene mucho que ver con el mejoramiento de calidad del aire.
Las calzadas viales representan alrededor del 27,4% de la totalidad del espacio público, natural y construido en Bogotá. Hoy por decisión de la Alcaldesa Mayor Claudia López se ha promovido una reconfiguración del espacio público para mejorar la movilidad de los ciudadanos con el propósito de disminuir el índice de ocupación al respetar el distanciamiento social preventivo, lo cual ha derivado en la utilización de medios de transporte alternativos como la bicicleta y la patineta eléctrica.
Favorecer el uso de estos nuevos medios de transporte no sólo representa una buena medida en materia de bioseguridad, sino que garantiza una disminución en la quema de combustibles fósiles, dando como resultado un aire más salubre, una ciudad menos atestada del sonido de bocinas y ciudadanos menos estresados en su movilidad cotidiana.
Sumado a lo anterior, el parque automotor y su emisión de dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno, material particulado y otros gases de efecto invernadero, han ocasionado al año alrededor de 2.000 muertes por afección respiratoria en Bogotá de acuerdo al anuncio realizado por Carolina Urrutia, Secretaria Distrital de Ambiente, quien también afirmó que “la contaminación del aire contribuye a más de cuatro millones de muertes en el mundo todos los años”.
El nuevo entendimiento del espacio público y su configuración en una ciudad postcovid, debe contemplar la articulación de dinámicas de transporte, salud y entorno ambiental en una participación equilibrada en función de economías sostenibles emergentes.
El ecourbanismo, diseños de mobiliario sostenible, cultura ciudadana amigable con el ambiente, trasportes alternativos, son todas consideraciones que puedan hacer más armónica y recíproca nuestra forma de interactuar con el entorno que nos provee los insumos primarios necesarios para la vida (agua y oxígeno). Lo anterior, además de aprovechar nuestra geografía única con ecosistemas de páramos y humedales, ayuda en la construcción de una sociedad cada vez más compenetrada con su cuidado, más consciente del legado que entregará a las generaciones futuras y enfocada en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.
Imagen No 4. Objetivos de Desarrollo Sostenible. Fuente: Organización de las Naciones Unidas, 2020.
Bibliografía
Por Julián Herrera Urrego. Ingeniero Ambiental.
Grupo Observatorio y Política.