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Cinco claves para que Bogotá sea más caminable

Bogotá se puede sentir muy orgullosa de su ciclovía dominical. Eso quedó claro luego de escuchar cómo múltiples expertos internacionales ponderaron esta actividad durante el desarrollo de la 19.ª conferencia de ciudades caminables Walk 21.

En la semana que termina, eminencias en urbes sostenibles, inteligentes y enfocadas en las personas, debatieron y compartieron experiencias sobre cómo generar espacios más aptos y atractivos para los peatones. EL TIEMPO recogió cinco claves que el Distrito debería tener en cuenta para lograr ese objetivo.

“La ciclovía de Bogotá es un espacio en donde niños y hasta personas de muy avanzada edad pueden disfrutar del espacio público en actividades físicas, de recreación, de deporte, y esto la hace inigualable. Es una de las mejores ciclovías que he visto en el mundo, si no la mejor”, resaltó David Sim, director creativo de Architec SAR (Dinamarca).

“El gran reto que enfrenta el Distrito es lograr que esa cultura que se tiene el domingo de salir a caminar y en bicicleta se traslade a todos los días de la semana. Es un tema cultural, y ahí es donde tenemos que trabajar fuertemente para que esto se potencie”.

Mirar al río

Así como la construcción de ciclorrutas hizo que los bogotanos comenzaran a usar más la bicicleta como opción de transporte, nuevas alamedas harían lo propio para generar más viajes a pie. Eso es lo que concluye Federico Cartín, director general de Rutas Naturbanas, una organización de San José (capital de Costa Rica) que con activismo ciudadano se ‘apropió’ de los márgenes de los contaminados ríos Torres y María Aguilar, para recuperarlos ecológicamente y hacer que la gente volteara la cara hacia sus cauces. “Existe el mito de que hay que limpiar el río antes de mirar hacia él.Pero, más bien, es al contrario: hay que mirarlo y acercarse a él para que todo lo que lo mantiene sucio cambie”.

Unir esfuerzos

¿Y cómo hicieron para que la gente volviera al río? Durante cuatro años se han unido al menos diez organizaciones (ambientalistas, urbanistas, líderes comunitarios, comerciantes, etc.) y generaron un proyecto para habilitar espacio público en cuatro kilómetros, junto a la ronda del río. El gobierno acogió y le dio carácter de interés público a la iniciativa, que en su primera fase se ha financiado con dineros privados y donaciones.

En otras palabras, la suma de aportes desde diferentes frentes hace que haya apropiación y se generen lazos.

“Estamos habilitando zonas públicas para caminar, correr y montar bicicleta de manera digna y agradable”, apuntó Cartín. En lo concerniente a la capital colombiana, reseña que no hay que esperar a que el gobierno distrital desarrolle un gran proyecto en torno al río Bogotá, sino que los propios habitantes deben impulsar sus ideas de apropiación y luego generar sinergias. Nuevos espacios peatonales cerca del cauce atraerían a la gente.

Servicios y comercio

Seleta Reynolds, gerente general del Departamento de Transporte de Los Ángeles (EE. UU.), afirmó que en sus estudios ha comprobado que los conductores de carros particulares sí están dispuestos a bajarse de sus vehículos para caminar. Pero advirtió que es necesario ofrecerles espacios cómodos, seguros y con ofertas de servicios y opciones de comercio (al estilo de los grandes centros comerciales). Es decir que en las zonas públicas peatonales puedan encontrar estas opciones de manera constante.

Lo anterior significa que el Distrito debe pensar muy bien los diseños peatonales, pues esto garantiza que haya acogida del público.

No excluir, sumar

En Torreón, norte de México, una oleada de violencia hizo que la gente dejara de caminar. Pero la comunidad y grupos culturales empezaron a generar actividades artísticas para atraer a la gente. Luego, el gobierno vio potencial e intervino la infraestructura, logrando que los caminantes volvieran y el comercio se reactivara. Así lo reseñaron en una de las conferencias de Walk 21.

El problema fue que esa reactivación zonal generó un encarecimiento de costos allí, por lo que los habitantes tradicionales acabaron saliendo, en lo que se conoce como un proceso de gentrificación. Para evitar que esto ocurra, Steven Burgess, consultor de la firma MRCagney, recomendó: “Se deben mantener las vocaciones de los barrios y la mezcla de usos del suelo. Para eso se necesita una política pública seria y garantista que cuide a todos los actores sociales y no se modifique súbitamente. Además, en todo proyecto urbano, el eje debe ser la gente”.

Fuente: https://www.eltiempo.com/bogota/cinco-claves-para-que-bogota-sea-mas-cam...